jueves, 11 de octubre de 2012

Divagaciones

Hay días en los que todo se hace difícil. Hay días de alegría, de ilusión, de agradecer a la suerte que te trajo hasta aquí... pero también hay días en los que una se siente sola, sin ubicarse todavía en esta loca ciudad... preguntándose como puede haber una realidad tan dura y como las chicas pueden escuchar todos los días esas historias. Hay días en los que no dejo de buscar porqué, el porqué de tanta miseria, de tanta violencia, de tanta desigualdad... Hay días en los que la rabia se me hace grande y me ahoga... Me ahoga tanto que no sé para dónde expulsarla, ni si alguien será capaz de recogerla. Y en medio de todo este titubeo, trato de unir tanta miseria con la vida vacía de quien viene y va, de quién vino a vivir una experiencia y se irá... Y aquí se quedarán los llantos, los abusos y las vidas destrozadas. O no? Quizás yo me lleve algunos de ellos y se conviertan en mi recordatorio de vida. A veces pienso que de que sirven tantas patadas, tanto abrir los ojos,, si todo va a seguir igual. Pero no puedo, grito, lloro, me enciendo... Vaya mierda de mundo que permite que gente viva así!! vaya mierda de personas que nos paseamos tranquilamente por la vida mientras otros tratan de sobrevivir a dentelladas. Puta realidad capitalista que deja hundirse en la miseria a tanta gente... Y cada vez que me monto en ese colectivo, donde yo soy la única blanquita, miro a mi alrededor y tiemblo. Hay cosas que no deberían de pasar, hay cosas que nadie debería sufrir... pero en este juego todo está permitido. Te tocó una mala partida. La pobreza no es bonita, esas fotos de morochitos con colores andinos son muy lindas, pero detrás de cada cara hay una historia, una historia que te pondría los pelos de punta. A nadie le gusta asomarse al balcón, y yo elegí suspenderme en un hilo, dejando que todo se tambalee, dejando que mi realidad se haga jirones y deje pasar a otra más dura. Difícil elección, a veces me pregunto si vale la pena...

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